15 de diciembre 2008
Sólo pudo decir: bonito… bonito… Una magnífica desolación.
Su huella no fue la huella, su frase no fue la frase y él no fue el primero. El comandante Neil llevaba todo el viaje ensayando sus palabras, pero él no pudo más que soltar lo primero que se le vino a la cabeza sin pensar que allá abajo le escuchaban en directo unos cuantos millones de terrícolas.
Allí arriba, en el Mar de la Tranquilidad, su corazón palpitaba ingrávido como el primero.
hola… me encanto el blog………buscaba agregartepero pues soy nuevo en wordpress y no supe como :I:I
Eso si en realidad estuvo allí…
Pero supongo que algo así te deja sin palabras, y la originalidad brilla por su ausencia