Estertores

16 de noviembre 2008

Recuerdo aquel mantelito rojo y verde que siempre llevaba cuando nos sacaba los domingos a comer al campo. Extendía sobre él las tortillas, la ensalada de pimientos y los patés. Cada cosa primorosamente colocada en su sitio. Servilletas de encaje preciosamete planchadas en triángulo y vasitos pequeños para la limonada. Le gustaba cuidar cada detalle.

Por eso nadie comprendió aquello. Quiero decir cuando comenzó a blasfemar. El tercer domingo tras el miércoles de ceniza. Volvía a casa, como cada tarde después de impartir la clase de catequesis, cuando entró con aquellos pelos de loca y los ojos idos

– Tengo ganas de hombre. -Yo no entendí nada, así a primera; pensé que hablaba de cocina o no se qué. Pero tardé muy poco en darme cuenta que a la tía algo le había ocurrido. Un volumen inusualmente alto y el tono, gritón, confirmaban que algo malo pasaba. Y qué cosas decía: soy una puta, me he estado guardando casta toda mi vida y ahora quiero que baje el mismísimo Satanás y me tome. Y peores, que no soy capaz de transcribir.

Mamá se echaba las manos a la cabeza, el cura rezaba y rezaba por su alma y el médico indicó trastorno mental pasajero.

La abuela, con la seguridad de las canas, dijo que eran los estertores de la muerte. Los estertores de la muerte. Nadie nunca supo por qué la abuela dijo aquello. La tía murió tan sólo tres noches después, en su cama, sóla y gritando, entre juramentos, blasfemias y maldiciones.

Amor

23 de septiembre 2008

Estoy seguro que es un cabrón. Que la quiere matar, que la obliga a hacer las cosas que ella no quiere, que cada mañana le dice: puta, si te vas de la lengua te la corto. Parecen felices así, cogiditos de la mano al salir de su casa, con esas niñitas rubias que seguro él le obligó a tener. A la fuerza. Seguro. Él la maltrata y la obliga a hacer como que es feliz para que los vecinos creamos que son una pareja perfecta, que se quieren, que se aman. Pero estoy seguro que esos gritos, en mitad de la noche, que ella intenta ahogar, no son de placer sino de dolor. Se que todo era una farsa, que ella sufría.

Mi amor, mi amor, mi amor, yo quiero lo mejor para tí. No estoy loco, como dicen esas putas de las vecinas. Los médicos me dijeron que ya estaba bien. No, no estoy loco; es que quiero salvarte de este animal. Es un capullo que no te quiere, que no sabe hacerte feliz. Se que me lo agradecerás eternamente. Aunque ahora grites y llores, y me pidas que no mate a las niñas. Y sigas abrazada al cuerpo de ese cabrón que acabo de matar.

Published in: on septiembre 23, 2008 at 2:33 pm  Comments (2)  
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Seaheaven

18 de mayo 2008

Si, ya se que no es una idea muy original y que hay mucha gente que lo ha pensado algua vez: creo que vivo dentro de una peli. Pero es que yo estoy seguro. Paseo por la calle y de vez en cuando veo el cartón de los decorados y cómo la gente interpreta sus papeles sólo delante de mi. El otro día me dí una vuelta rápido para ver lo que ocurría a mis espaldas -lo hago bastante- y les pillé: allí estaban aquellas dos chicas paradas justo después de haberse cruzado conmigo un instante antes en bicicleta. Y las sorprendía paradas  a tan solo cinco metros observando cómo yo seguía con mi paso, y esperando, tal vez,  nuevas indicaciones para actuar. Otras veces me doy cuenta -cuando sabes el engaño no es difícil- que mucha de la gente con la que me cruzo es repetida, vamos que primero veo a un señor de bigote en la pescadería y luego me lo encuentro en el bar de un poco más arriba tomando un café. Al mismo. Algunas veces le quitan el bigote y le ponen gafas.

Y la verdad es que me gustaría conocer al director de todo esto, porque no se que esperan de mi. Llevo una vida más bien mediocre, no tengo trabajo y mi novia me abandonó hace unos meses. Mi casa es una mierda, pequeña, sin luz, sucia y salvo pasear de arriba a abajo, sin mucha lógica, poco más hago en el día. Vamos, que si yo fuera el espectador de mi vida cambiaría rápido de canal.

Por eso ayer pensé en suicidarme, pero en el último momento tiré las pastillas por el váter; no se, me da palo dejar a tanta gente en el paro.