Elipsis

26 de junio 2008

Próxima estación Ríos Rosas… -cantaban los megáfonos en el techo del vagón.

Leía el periódico de su vecino. La primera ola de calor azotaba España y las principales playas del país estaban llenas de gente buscando el mar. La previsión del tiempo, con temperaturas que habían alcanzado los 40 grados en zonas como Andalucía, había hecho que Sanidad lanzase una serie de recomendaciones para ancianos o niños.

…Próxima estación Gran Vía…

Estaba seguro que habían sido sólo cuatro líneas de periódico; dos minutos y medio a lo sumo, si tenía en cuenta que leía por encima del hombro de una chica delante de él y que necesitaba volver a leer alguna frase dos veces. Pensaba en la ola de calor y si no estaría produciendo también allí, treinta metros bajo tierra, algún extraño fenómeno de distorsión del tiempo.

Published in: on junio 29, 2008 at 1:36 am  Comments (1)  
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Búsqueda

25 de junio 2008

Necesitaba escribir, decía, pero no sabía exáctamente por qué. Era como si buscase algo, una revelación, algo oculto dentro de si mismo, una respuesta a su vida. Se había convertido en una rutina y todos los días cumplía con el mismo ritual; había veces que escribía páginas y páginas y otros en los que sólo garabateaba una palabra. Había días incluso en los que repetía frases sin sentido: El gato tonto se comió la leche del lechero. Era una especie de terapia. abía que algún día descubriría el por qué de aquella necesidad. MIentras tanto, seguía.

3.000 millas

24 de junio 2008

Mientras veía el granizo romper sobre el cristal se imaginaba la lluvia en su casa de Brea. Agua de lluvia de un mismo Atlántico. Tres mil millas de océano. La bahía de Nueva York se convertía por unos segundos en la Ría de Cedeira.

Arrugas en Brooklyn

23 de junio 2008

Veía llover sobre los cristales de la ventana. La única ventana en su apartamento  de Franklin Street. Llovía a mares. Buscó una toalla para ponerla bajo el marco de la ventana. El granizo golpeaba contra el cristal y en agua empezaba a calar. A través de la lluvia el semáforo con la Sexta cambiaba rítmicamente rojo, naranja, verde. Coches, que paraban conteniendo el rugido de sus motores, bajo un gran cartel que tapaba una mediana en el viejo barrio. «Fruits now comes with attitude». Rojo, naranja, verde. Rojo, naranja y verde. En intermitencias sobre su cara, que ahora se reflejaba en la ventana como en un espejo. Por primera vez tuvo constancia de las arrugas de su cara.

Jesús

22 de junio de 2008

«El 40% de los estadounidenses piensa que Jesús bajará de nuevo para juzgar a los hombres en los próximos 50 años»

La última vez, como siempre de María, ocurría el 18 de marzo del 1993, en plena selva amazónica. Antes de cumplir los dos años lo encontraron, como otras veces, los miembros de la Orden. Y como marcara el santo padre se le recluiría en la misma villa romana, protegido por los hombres de púrpura. Resultaba sin duda una amenaza para lo que tanto había costado construir a lo largo de todos aquellos años de guerras, de luchas por el poder y de extender las redes de aquella organización alrededor del  planeta. No se podía permitir el juego divino de un mocoso de menos de dos años.

 No era la primera vez que el padre mandaba a su hijo a restablecer el credo, a destruir una vez más un templo lleno de comerciantes y a pregonar la bienaventuranza de los pobres. Siete ocasiones en los ultimos dos mil años. Como las otras veces el niño moría en extrañas circunstancias. Siete accidentes.

Decepción

21 de junio 2008

Les había advertido que en la piscina echaban un líquido especial que reaccionaba con la orina marcando con una gigantesca mancha rosácea a los niños que se hacían pis en el agua.

– ¿Qué pasó?, ¿No disfrutaste tal vez del día de piscina? -pregunté, ya en el coche, para romper su silencio.

– Me mentiste papá – me reprochó con tono de decepción.

Vanitas, vanitatis

20 de junio 2008

Y, si dios existiera ¿qué pensaría de mi en estos momentos?, pensó el agnóstico vanidoso.

Resaca

19 de junio 2008

Recordaba aquellos partidos de liga los sábados por la tarde en los jesuitas de León con el número seis en la camiseta. España acababa de ganar en penalties a Italia en los cuartos de la eurocopa y una sensación de bienestar patrio le recorría el cuerpo. Había sido un fin de semana duro con todo aquello del Congreso y luego con la prensa. Era el primer minuto que se relajaba después de semanas. Con la sangre aún revuelta por las dos horas de partido, imaginaba cómo habría sido de su vida de haber seguido con el baloncesto o el ciclismo.

La charca

17 de junio 2008
Entre cocodrilos e hipopótamos siempre había habido cierta rivalidad por el espacio.  La rana, cansada de mediar entre los unos y los otros por cada centímetro de terreno decidió hacer un sencillo experimento: haría una lista con las necesidades de espacio de cada uno de los animales de la charca.

Los primeros fueron los avariciosos cocodrilos. Se notaba en ellos una clara influencia de aquellos vecinos de la ciudad y su objetivo era crecer, consumir más y más, poseer, invadir y esquilmar el territorio y sus recursos hasta la última gota. Cada uno quería poseer una extensión propia de no menos 100 metros cuadrados en la que ningún otro animal entrase sin previa autorización. Esta zona debía tener acceso directo a la charca, una posición soleada para calentar su sangre y cercana a su fuente favorita de alimentación, los antílopes. Para el verano, los cocodrilos pedían un espacio en la otra  orilla. Dentro de la charca necesitaban mil metros cúbicos por animal y una zona de circulación vetada a hipopótamos, que cruzase la charca de un extremo a otro. Sus detritus serían arrojados en una zona alejada. Y así la lista se fue llenando de pequeñas charcas de uso privado, residencias para cada estación, campos de golf, restaurantes y clubs privados. Hubo quien, incluso,  propuso la construcción de un cocodryiliandia.

Llegó el turno de los hipopótamos, unos 40, que hicieron su petición de forma colectiva. Les gustaba estar juntos, unos contra otros, compartiendo el mismo espacio. Para alimentarse, tampoco necesitaban complicarse: hierba fresca abundante. Nada más, eran felices con agua y fango.

La rana estaba descocertada. Intentaba calcular la cantidad necesaria de charca para cada especie, sumaba, restaba y multiplicaba; trazaba lineas que separaban la charca en diferentes territorios que se cruzaban unos con los otros. Intentó crear unas zonas de pasto, ganaderas y de ocio para las necesidades comunes y otras para uso privado. Tuberías de deshechos, riego de campos, espigones, una cantera de áridos y una planta de reprocesamiento de resíduos. Había que talar la parte norte del territorio para el campo de golf y en el sur aumentar otro tanto para agricultura. Los vertidos que planeaban por un extremo de la charca, terminarían en el otro, por lo que necesitaría cavar pozos más profundos en busca de agua dulce.  Sudaba, como nadie vio jamás sudar a una rana. Intentó una y otra vez, midió la charca de extremo a extremo experando encontrar algún metro extra, pero no, parecía que aquella charca no era lo suficiente como para contener todos los metros necesarios en sus cálculos.

Cuando su cabeza parecía estar a punto de estallar, cayó fulminada sobre la roca.

           -Insoportable -fue lo único que se le escuchó decir, panza arriba. Una sóla palabra que encerraba la solución a todos sus cálculos.

Buscando calor

16 de junio 2008

Esa noche se había propuesto hacer caso a su amiga Pilar: unos cartones en el bingo eran la mejor forma de encontrar un nuevo ligue. Le ruborizaba incluso pensarlo, después de haber sido púlcramente fiel a Fernado durante más de cuarenta años; pero no quería ser una muerta en vida. Acababa de cumplir los sesenta y, pasada la crísis por la muerte de su esposo, cada día se sentía mejor. Le habían hablado bien de aquel bingo: buena gente, tranquilo, con estilo. No era asidua a ese tipo de establecimientos pero, para no tener que soportar una tarde más los reproches y risas de las amigas, se había propuesto dar el paso. Cote d’Oro, rezaba en luminosos dorados un amplio letrero que rodeaba la esquina. Entró con seguridad, calzada en unos taconazos de aguja, buscando una mesa al fondo de donde resguardarse de miradas indiscretas. Le sorprendió la rapidez: a los diez minutos, justo al terminar el primer cartón, un interesante cincuentón se acercó a la mesa. ¿Ocupado?, Tome asiento. Miguel, Maricruz, encantada. ¿Toma usted algo?, la invito. Gracias, un pacharán. El resto fue relativamente fácil: seis cartones, dos tragos más, tres de la mañana y un revolcón que le devolvió la vida.

A la semana él le pediría los 32.000 euros. Había encontrado un terreno en la sierra donde se mudarían para disfrutar de la tranquilidad y el mejor clima. Si te he visto no me acuerdo. Sentada en la misma mesa del Cote D’Oro lloraba amargamente mientras tachaba números de un nuevo cartón.

Buscando fondos

15 de junio 2008

Esa noche se había propuesto algo sin muchas complicaciones: presa fácil en un bingo. Uno de barrio, lleno de viudas y separados alcohólicos enganchados a las tragaperras. No era asiduo a este tipo de establecimientos, pero después de los de la última noche en el Casino, había que buscar algo urgente. Cote d’Oro, rezaba en luminosos dorados el letrero que rodeaba la esquina. Entró con seguridad, como siempre, y enfiló hacia na mesa al fondo buscando presa. La encontró rápido: unos sesenta años, peluquería de esa tarde y un extenso escote de pedrería. Maricruz de nombre. ¿Ocupado?, Tome asiento. Miguel, Maricruz, encantada. ¿Toma usted algo?, la invito. Gracias, un pacharán. El resto fue relativamente fácil: seis cartones, dos tragos más, tres de la mañana y un revolcón con olor a naftalina.

A la semana le pediría los 32.000 euros prometiéndole, como siempre, una segura inversión en unos terrenos donde levantarían su nidito de amor. Si te he visto no me acuerdo. Tomaba el sol dos días después en Marbella, de nuevo en la mesa de blackjack, cargado de efectivo fresco para el juego.

Sandokan

14 de junio 2008

Había nacido en el Cañero, uno de los barrios más humildes de la capital cordobesa. Vendía pollos y hacía rifas en Navidad, en la España en blanco y negro de la postguerra. Emigró a Francia y volvió el día en que anunciaron el deshaucio de su madre. Con los pocos ahorros que había reunido abrió un ultramarinos y una peluqueria para su mujer. Comenzaron a conocerle como el Cacerola; más tarde Sandokán, por su extraordinario parecido con el actor Kabir Bedi.

Nadie podía dar crédito a lo que era en a actualidad: uno de los joyeros más reputados de Europa, presidente de un club de fútbol, dueño de una cadena de inmobiliarias, constructoras yestablecimientos de salud, propietario de una marca de relojes  y de un parque temático. El sueño americano a la cordobesa.

Su casa en el campo era una reproducción fiel de laCasablanca, con habitación oval incluida y una columnata a la entrada con dos alabarderos de bronce. En el jardín una gigante estatua de San Rafael, patrono de la ciudad, con su cara.

Había pasado los sesenta y, junto a su mujer, reflexionaba sobre los últimos años. ¿Habrá valido la pena todo esto? -pensaban mientras perdían la vista en las estatuas de animales salvajes, en granito, que rodeaban el riachuelo del jardín.- ¿Somos más felices ahora que con el ultramarinos?

Al día siguiente, Sandokán sería escoltado por agentes de la dirección General de la Policía como imputado en la operación Astapa, por corrupción urbanística en la costa.

Concreción

13 de junio 2008

No buscaba rapidez sino concreción. Literalmente. Usaba un buscador online. Pulsó el botón buscar y los resultados aparecieron en la pantalla: 1.350.000 referencias. Un millón trescientas cincuenta referencias ordenadas de diez en diez para la palabra concreción. En tan sólo 0,2 segundos.

Published in: on junio 18, 2008 at 12:16 am  Comments (1)  
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Hipos

12 de junio 2008

Es un libro con letras escritas a mano. Verdes. 210 páginas con ilustraciones. De entre ellas se escapan cuatro hipopótamos llorando.

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Error

11 de junio 2008

-No serás capaz de matarme -espetó la víctima al asesino un segundo antes de que le hundiera, sin contemplación, la navaja en el pecho.

Por segunda, y última vez, se equivocaba esa noche.

Cenizas

10 de junio 2008

Habían dejado la casa completamente pelada. Ella había muerto tres días antes y pocas horas después del funeral la casa había sido liquidada por sobrinos segundos y parientes de dudosa línea llegados de toda la geografía al olor de parte en herencia. Cuatro pianos, algunos muebles art decó, dos pinturas de Vela Zaneti que rápidamente habían terminado en subasta en Durán, las joyas de varias generaciones de mujeres en la familia y un cofrecillo de plata con dólares gurdados más de sesenta años, desaparecieron al instante. Los muebles sin firma, las ropas de cama, vajillas y plata habían sido milimétricamente distribuidas en lotes iguales. La morralla para el trapero a cambio de dejar el piso -400 metros en la madrileña calle de Monte Esquinza- recogido y limpio para a inmobiliaria.

El abogado llegaba aquella mañana a dar fe del reparto de lotes y ofrecer los estados de cuentas en los distintos bancos y cajas de piedad en los que la difunta había diseminado sus ahorros. Se habían marchado todos. El piso limpio, tan solo un pequeño jarrón de barro cocido con una nota a boli: María Fernada Pujol. Las cenizas de la difunta.

No era la primera vez que tenía que hacerlo. Acostumbrado a esas pequeñas inmundicias del mundo testamentario el letrado cogió el jarrón y puso rumbo a El Escorial. Compró unas sencillas flores y tras unas palabras que nadie salvo él oyó derramó ceremoniosamente las cenizas por la ladera del monte Abantos.

El colchón de Kafka

9 de junio 2008

«Cuando Gregor Samsa se despertó una mañana después de un sueño intranquilo, se encontró sobre su cama convertido en un monstruoso insecto. Estaba tumbado sobre su espalda dura y, al levantar un poco la cabeza, veía un vientre abombado.»

Frank se despertó aquella mañana completamente roto; decidió no volver a cenar por las noches y cambiar ese colchón que le estaba destrozando la espalda. Con el sueño todavía pegado en las sábanas se dió media vuelta y volvió a repetir aquella frase que estaba seguro podía ser un buen comienzo.

Canis

8 de junio 2008

«Yessi, te kiero», acababa de terminar la pintada a su chani, la Yessi, en un muro a las afueras de Sanfer; visible desde la A-2. Parecía un pokemon, con su chaqueta Chevi, sus zapatillas de muelles, los calcetines recogiéndole el chandal a la altura de los tobillos, su corte cenicero bajo una gorra TN y las dos bellotas de oro al cuello. Escuchaba reggaetón a toda pastilla en su peugeot 206 tuneao con pequeños duendecillos en el espoiler.

-koMo mOLa -repetía mientras se liaba un porro.

 

Microrelato

7 de junio 2008

– Escríbeme un microrelato, uno de esos cuentos pequeñitos que tu haces -le pidió ella.

«Por ti muero», escribió él en su moleskine.

Metacarpianos

6 de junio 2008

Le dolían exactamente los metacarpianos. O al menos así lo explicaba la madre en la consulta del traumatólogo pediátrico, con la radiografía en la mano. Al pequeño acababan de hacerle cuatro placas, ambas manos, frontal y lateral, para descubrir la causa del dolor.

Todo había empezado a la hora de la cena. Nachito, tres años, cogía el tenedor con la izquierda. La derecha, sin fuerza descansaba flácida. Tras un breve interrogatorio y pruebas sencillas -dolor, grito, me duele, ¿no puedes levantarla? ¿qué te pasa? ¡a este niño le pasa algo! ¡Un hueso roto o algo así!-, a la consulta de guardia del centro de salud. De ahí, en menos de tres horas, urgencias hospitalarias, pediatra, traumatólogo, rayos, recogida de placas y consulta con el especialista.

– Al niño, que le duelen los metacarpianos -precisó la madre, con soltura de letrada en la red- y le hemos hecho unas placas.

«Sin alteraciones óseas significativas», escribió el doctor bajo Servicio de Diagóstico. Apiretal, dos con ocho, cada ocho horas si se queja. Y una firma incomprensible.

Ya en la cama, con la fotografía robocop de sus brazos reconoció que aquella tarde, en el cole, había zurrado al Rober. Pero, es que me había quitado un gogo, argumentaba en su defensa.

Modelo

5 de junio 2008

«¿Te gustaría ser modelo? Comienza ahora una profesión de futuro. En Star Studio te formamos para ser parte del eclusivo mundo de las topmodels. Modelos, figuración, actores, azafatas de imagen y relaciones públicas para series de T.V. y eventos. Somos expertos en asesoría personal de imagen. Solicita hoy mismo una entrevista con nuestra booker Leticia Ramos y da el salto a la pasarela.»

Había arrancado el cartel de la calle justo después de salir del macdonals. Tenía 16 años, metro sesenta y cinco y tres tallas por encima del resto de sus amigas. Nada más entrar en casa corrió al baño y vomitó la hamburgesa con doble de queso que había engullido casi de un soplo minutos antes. Con el cartel todavía en las manos no podía contener las lágrimas.

Sin ti

4 de junio 2008

Se dio cuenta de que sin ella nada tenía sentido. Pensaba que tal vez recobraría una libertad que realmente no ansiaba, nuevos horizontes coloreados por la fantasía de lo que podría ser. La verdad es que no había recapacitado hasta el momento lo que ella representaba para él. Se daba cuenta que su vida, sin ella, estaba vacía, pero ya era demasiado tarde.

Published in: on junio 10, 2008 at 10:51 pm  Deja un comentario  
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Chikichiki

3 de junio 2008

… Y el chiquichiqui se baila así: Uno, el breikidance, dos, el crusaito, tres el maquillaje,…

– Michael Jackson, Gabriela, maiquelyacson,… -le corrigió por vigesimosexta vez en la última media hora.

– Eso dije papá, el maquillaje -repitió ella una vez más.

Papeles

2 de junio 2008

Había comenzado como un juego y se había convertido en una obsesión. Empezó aquel día en que bajó el papel al contenedor de reciclado y encontró aquellas revistas: un Vogue y dos Motor de Hoy. No pudo evitar montarse su propia historia. Pareja de rubia con mechas, dependienta de El Corte Inglés, sección perfumería con un amante de los coches de gran cilindrada. Es cierto, no se había estrujado mucho la imaginación para aquella historia pero le hizo gracia poder saber algo de sus vecinos por sus basuras.

A la semana, con una nueva bolsa de reciclado esperaba ansioso el momento de abrir aquella portezuela y encontrar una nueva historia. Revistas atrasadas de Selecciones de un color macilento y fotos arrugadas en blanco y negro. Esta si que es buena, pensó. Los restos de un desalojo o la limpieza de una casa tras la muerte de una abuela octogenaria. Su cabeza giraba a toda velocidad intentando imaginar la larga enfermedad que había llevado a la muerte de aquella señora, los lazos que podían unirla con los que habían deshecho la casa, o el destino del inmueble que a esas horas debía estar ya completamente diáfano y libre de muebles y recuerdos del pasado.

A partir de aquel momento, el juego se convirtió en obsesión. Acumulaba todo tipo de papeles que encontraba en el trabajo o en la calle como excusa para sus expediciones al contenedor. Los iba depositando uno a uno, con parsimonia más pendiente de los restos que habían arrojado allí otros que de los suyos propios. Más revistas, deshechos de embalajes, cajas de un nuevo televisor, periódicos, cajetillas de tabaco, cuadernos a medio escribir, facturas,… Él ya sólo veía retazos de historias que podrían ser, información autobiográfica de seres sin rostro y fragmentos reciclados de otras vidas.

Hoy, por un despiste, la trampilla cayó sobre sus dedos al meter la mano. Justo antes de descubrir una arrugada carta de amor de su mujer al vecino del segundo derecha.

Cruzados

1 de junio 2008

Ella buscaba sexo fácil; alguien con quien compartir esa noche lluviosa de cuarenta de mayo. Sin complicaciones, amor sin desayuno, alguien que le ayudase a olvidar aquel día infernal de reuniones, exceso de trabajo y marrones aplazados de la víspera.

Él acababa de dejarlo con su novia. Seis años de aparente amor sin fisuras, de repetidos besos de buenas noches y caricias de fotografía, que se acababan de desvanecer con la excusa de un «Nos tenemos que dar un tiempo. Y luego se verá».

Avanzaban por San Felipe, direcciones convergentes, uno frente al otro cuando sus miradas se cruzaron.

-¿Tienes fuego? -preguntó ella.

-Estoy helado, -contestó él.

Cajas de galletas

31 de mayo 2008

Alicia no sabía por cuál decidirse. Dos latas llenas de galletas. Cada una con un letrero. Y no sabía que hacer, si engullir una de las azules con el cartel crecer o si de las rojas con el de decrecer. No había término medio. O gigante o enana. Cuando parecía que estaba a punto de abrir una de ellas se dio media vuelta y corrió a la churrería de la esquina.