Tarot, Oráculos y Videncia

2 de marzo 2009

Sí, era un chiste, pero no me había hecho nada de gracia. Nos lo contó Julián cuando se enteró de mis intenciones. Siempre ha sido el graciosillo de grupo y, la verdad, se lo había puesto fácil. Todos se rieron y yo puse cara de circunstancias. Tenían que haber tenido en cuenta mi situación, después del divorcio la semana anterior y de la venta hacía dos días del estudio que tanto me había costado levantar para dedicarme al negocio del arte; necesitaba algo a lo que aferrarme.

Me habían dado buenas referencias de la tal Estrella Santos y de su capacidad para predecir el futuro. Y justo era eso lo que necesitaba en ese momento: un poco de claridad sobre mi vida.

¿Sabe alguien el chiste de la adivina?, -vociferó a los cuatro vientos en la mitad del bar.

Podía haber sido un poquito más discreto, digo yo, o haberme sondeado para ver si me sentaría bien el que hiciera chistes con un tema como aquel. Pero bueno, Julián no es lo que se puede decir una persona discreta; ya nos había quedado claro cuando contó aquel chiste de la muerta en el velatorio de la madre de Luis. Y bueno, es verdad, no es comparable el chiste de la muerta con el de mi vidente, pero a mí me sentó igual de mal. Pero lo peor de todo es que, aunque a mí me costase reconocerlo, el puto chistecito tenía su gracia.

Justo me di cuenta de que era gracioso a la mañana siguiente, cuando llamé a la consulta y todo ocurrió como Julián lo había contado.

-Gabinete de Estrella Santos, Tarot, Oráculo y Videncia, ¿Quién llama?, -contestó una voz femenina al teléfono.

– Menuda mierda de vidente! -estuve casi a punto de responder.

Published in: on marzo 2, 2009 at 1:30 am  Comments (1)  
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El Oráculo

29 de abril 2008

Y el Oráculo me preguntó con una voz grave: ¿Quién eres?

No pude resistirme, me entró la risa floja.

Published in: on abril 28, 2008 at 10:20 pm  Deja un comentario  
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Sísifo 3 y final

18 de abril 2008

Él, que había sido el más astuto de entre los hombres. Allí en aquel infierno. Sufriendo el irónico castigo de Minos. Como el Sol saliendo cada mañana y hundiéndose en el horizonte cargando aquella pesada piedra que volvía a caer por la otra ladera. Él, hijo de Eolo y Enarate. Marido de Mérope. Padre de Odiseo y de Glauco. Allí, humillado, por aquella ladera empinada cargando la dichosa piedra que una y mil veces rodaba por la colina antes de alcanzar la cima.

Él, que había sido el más astuto de entre los hombres. Dejó el Averno y volvió entre los mortales. Cuentan que se hizo de oro franquiciando una montaña rusa.

Published in: on abril 17, 2008 at 11:31 pm  Deja un comentario  
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