16 de agosto 2008
Él disfrazaba con sus pensamientos su mirada. Ella conseguía disfrazar con su mirada sus pensamientos.
Se miraban y sabían en lo que pensaban.
16 de agosto 2008
Él disfrazaba con sus pensamientos su mirada. Ella conseguía disfrazar con su mirada sus pensamientos.
Se miraban y sabían en lo que pensaban.
2 de agosto 2008
Era la mujer más atractiva que pudieras haber visto. la verdad es que no tenía nada en particular que llamase la atención. Si, es verdad que tenía un perfil bonito, un pelo sedoso y una nariz pequeña y afilada; labios carnosos, piernas afiladas y volúmenes bien repartidos. Pero no, no era simplemente una belleza física, o no al menos en cuanto al canon clásico de belleza clásica. Había algo más que nadie conseguía adivinar. Y, fíjate que eran visibles, pero nadie reparaba especialmente en ellos.
Había conseguido enamorar a todo el grupo de amigos. Allí donde ponía el ojo, había un hombre irremediablemente rendido a sus pies. No conocia la derrota. Iban cayendo, sin ofrecer reistencia, uno tras otro. Era tan embriagadora su mirada que se corrió rápido la voz.
Y se creó la leyenda. Al principio los chicos la miraban sólo para comprobar que era cierto lo que contaban, pero después del suicidio de aquel chaval no correspondido, la gente empezó a tomarse el tema en serio. Las mujeres obligaban a sus maridos a andar mirando al suelo si se sabía que ella andaba cerca, los solteros utilizaban gafas de sol para evitar un cruce de miradas y en algunos establecimientos públicos comenzaron a poner cortinitas en las ventanas para evitar miradas. Pero siempre había quien caía. Ella los devoraba casi a diario, y luego los abandonaba por una nueva presa. Nunca faltaron pretendientes. Llegaban desde lejos para dejarse atrapar por la rara belleza de aquella mujer.
La leyenda continuó hasta mucho después de su muerte. Pero nunca nadie descubrió dónde se encontraba el poder que conseguía que los hombres cayeran como chinches rendidos de amor. Nadie nunca lo supo. Escondidos, como agazapados detrás de una maleza de líneas verdes, dos pequeños lunares en su ojos izquierdo eran los culpables de aquella embriagadora mirada de seducción de la que ningún hombre pudo escapar.
27 de julio 2008
Había tres animales en aquella ventana a cualquier hora. De derecha a izquierda, siempre siguiendo este orden: un pequeño gatito vikingo a rayas naranjas, un gato grande y negro y un perro de pelos largos. Siempre observaban el frente, como a la calle, sin apenas moverse. Muchas veces tuve la tentación de acercarme y tocar el cristal para cerciorarme de que aquellas criaturas no eran de porcelana. A cualquier hora que pasaras frente a aquella ventana siempre se encontraban allí, quietos, en ese mismo orden con su vista perdida en el infinito.
Tres. Gato naranja, bola negra y perro peludo. Siempre en fila.
Un día no pude más y llamé a la casa. Toc, toc, toc. Me daba vergüenza lo que estaba haciendo, como un chaval llamando a una puerta desconocida para preguntar por tres animalitos en una ventana. Qué le importa a usted, podría decirme la dueña, ¿le molestan?, pues ande a investigar a otro sitio.
Me sorprendió la juventud de la chica que me abrió la puerta. Una mujer de menos de treinta, con una trenza rubia recogida en la espalda.
-No sé qué es lo que miran o buscan. Son unos bichitos extraordinarios, no dan nada de guerra. -explicaba la joven como desviando mi pregunta.- Nos los encontramos dentro cuando compramos la casa hace apenas seis meses y los adoptamos.
Me asaltaron tres dudas, pero no quise seguir preguntando.