5 de enero 2008
Le hizo gracia la campaña de publicidad en los autobuses: Probablemente Dios no existe disfruta de la vida.
Donó a través de Paypal 30 euros y firmó sin pensárselo dos veces: Dios.
5 de enero 2008
Le hizo gracia la campaña de publicidad en los autobuses: Probablemente Dios no existe disfruta de la vida.
Donó a través de Paypal 30 euros y firmó sin pensárselo dos veces: Dios.
9 de julio 2008
Él era el único que podía saberlo en el mundo, pero sencillamente no se acordaba. Por mucho que lo intentaba, haciendo memoria de los hechos que acompañaron aquel instante, no conseguía hacerse na idea clara. Sabía con precisión los neurotransmisores implicados en sus recuerdos, en intentaba activar su dopamina, el ácido gammaaminobutírico, la acetilcolina e incluso la noradrenalina, sin éxito. Había creado tantas y tantas cosas desde el comienzo de los tiempos, que dios no conseguía recordar si fue antes el huevo o la gallina.
22 de junio de 2008
«El 40% de los estadounidenses piensa que Jesús bajará de nuevo para juzgar a los hombres en los próximos 50 años»
La última vez, como siempre de María, ocurría el 18 de marzo del 1993, en plena selva amazónica. Antes de cumplir los dos años lo encontraron, como otras veces, los miembros de la Orden. Y como marcara el santo padre se le recluiría en la misma villa romana, protegido por los hombres de púrpura. Resultaba sin duda una amenaza para lo que tanto había costado construir a lo largo de todos aquellos años de guerras, de luchas por el poder y de extender las redes de aquella organización alrededor del planeta. No se podía permitir el juego divino de un mocoso de menos de dos años.
No era la primera vez que el padre mandaba a su hijo a restablecer el credo, a destruir una vez más un templo lleno de comerciantes y a pregonar la bienaventuranza de los pobres. Siete ocasiones en los ultimos dos mil años. Como las otras veces el niño moría en extrañas circunstancias. Siete accidentes.
27 de abril 2008
Esta noche soñé que tomaba unas copas con dios. Estábamos en un antro pequeño, lleno de humo y con un tipo bajito, como Woody Allen, que tocaba el clarinete. Me llamaron la atención sus zapatillas de deporte. Divinas. Estaba, dios no yo, un poco abatido. Me contaba, con un gintonic en la mano, lo mal que estaba la empresa: la globalización, la competencia, el equipo bajo de ánimos… Se culpaba de no poder transmitir bien el mensaje a su gente. No sé -me decía- tal vez esté ya viejo y no entienda a esta juventud. Lo mismo un relevo sería lo mejor. Yo lo veía sincero. Cansado, derrotado, un poco viejo, pero sincero; con un brillo de divinidad decadente en los ojos.
No tengo fuerzas para seguir -me lanzó en un momento en el que yo estaba más atento de una pelirroja al fondo de la barra que de sus letanías.- Se me hace difícil empezar de nuevo, bajar a revelar, a reconstruir de nuevo al equipo. Además, no creas que es tan fácil. Hay distintas líneas allí arriba: los que consideran que no pasa nada, que son ciclos, o los que animan a un diluvio, para hacer una gran limpia y comenzar de cero. Yo, no se, son tantos años que me encuentro perdido.
Al cuarto gintonic me espetó: tal vez tire la toalla y monte un resort celestial para buenos católicos. Justo ahí me dió pena; sabía que había bebido demasiado pero notaba en sus palabras que estaba realmente desesperado. A punto estuve de hacerme creyente para animarle.
18 de abril 2008
Él, que había sido el más astuto de entre los hombres. Allí en aquel infierno. Sufriendo el irónico castigo de Minos. Como el Sol saliendo cada mañana y hundiéndose en el horizonte cargando aquella pesada piedra que volvía a caer por la otra ladera. Él, hijo de Eolo y Enarate. Marido de Mérope. Padre de Odiseo y de Glauco. Allí, humillado, por aquella ladera empinada cargando la dichosa piedra que una y mil veces rodaba por la colina antes de alcanzar la cima.
Él, que había sido el más astuto de entre los hombres. Dejó el Averno y volvió entre los mortales. Cuentan que se hizo de oro franquiciando una montaña rusa.