14 de agosto 2008
Cuando hacía el amor con su mujer imaginaba que estaba en la cama con otra; soñaba con una joven de pelo oscuro y sexo indomable. Tomaba el cuerpo de su esposa, lo acariciaba, lo besaba, lamía hasta el último rincón de su piel y pensaba en su amante. Perdió la cabeza y soñaba con ella a todas horas, mientras su mujer le servía el café, a la hora de la cena, en la misa del domingo; no veía a su mujer, le acompañaba siempre, en una ensoñación, su bella amante. Y lo abandonó todo. Abandonó su casa, su vida aburguesada y tranquila, su empresa y se fugó con la joven muy lejos.
Ahora, cuando hace el amor con ella, y mientras la amante grita de placer y él sudoroso de pasión enreda los dedos en su pelo alborotado sobre la almohada, no puede quitarse de la cabeza la imagen de unos labios. Cierra los ojos y sueña que besa a su mujer.