Aire

4 de enero de 2008

No se si alguien se ha dado cuenta pero existe aire entre las cosas. Si, ya se que parece una tontería, que desde pequeños aprendemos en el cole lo que es el aire es esa mezcla de gases que forman la atmósfera y que quedan sujetos a la Tierra por la fuerza de la gravedad. Pero no es eso. Ella veía más que una mezcla de nitrógeno, oxígeno, vapor de agua, ozono, dióxido de carbono y demás sustancias. Ella descubrió su presencia como algo que ocupaba un espacio, un ente que rellenaba los huecos de cualquier rincón de la vida. No veía personas, sino el espacio formado de aire que mediaba entre ellas; y no veía objetos sino la forma invertida que dejaban en aquel conjunto de gases. Su impresión de la vida se parecía cada vez a un vaciado en yeso de todo lo existente, a un negativo de la materia compuesto de aire. Y llegó a apreciar cómo, auquello que era su realidad se deformaba al tiempo que ella lo respiraba; era como beberse la existencia, las formas corrían, se deslizaban o fluáin formando extrañas figuras. Si entraba en una habitación corriendo su realidad se arremolinaba alrededor de su cuerpo y la arropaban decenas de corrientes. Notó también que las formas que dejaban las cosas en el aire permanecían unas décimas de segundo con la forma del objeto que se encontraba en el lugar. Llegó incluso a ver cómo el aire entraba en sus pulmones, tomaba forma, circulaba en forma de pequeñas moléculas de oxígeno por su torrente sanguíneo y volvía a ser expulsado más cargado de anhídrido carbónico con su respiración.

Con el tiempo aquellos juegos se convirtieron en una pesadilla. Ya no era capaz de conseguir invertir su visión y el mundo desapareció ante sus ojos que sólo observaban masas de aire. Corrientes que tomaban extrañas figuras que le perseguían, la acosaban, le despertaban por la noche con una tos y le erizaban la piel con una caricia helada.

El otro día se la encontraron ahogada en la piscina de su casa, rodeaba de decenas de globos de colores inflados.

Elige tu aventura

4 de diciembre 2008

F.H.G. sale de su casa esta mañana temprano, coge abrigo y bufanda-la mañana se ha levantado fría en la capital-y sale por la puerta con cara de haber dormido poco.

Indique correctamente la respuesta adecuada:

A.-F.H.G. había dormido poco.

B.- La cara que llevaba era la cara con la que todos nos despertamos por las mañanas independientemente de lo que hayamos dormido.

Andaba cabizbajo dando vueltas en torno al mercado de San Miguel. La primera vez pudo haber sido una equivocación pero ya llevaba ocho vueltas, una tras otra, una tras otra, a la misma plaza. Además aparentemente no buscaba nada a juzgar por los indicios: no miraba un mapa, no alzaba la vista intentando leer los letreros que marcan los nombres en las calles, no preguntaba a cualquier vecino, no se paraba en las intersecciones con actitud dubitativa. No, no estaba perdido, podríamos afirmar apoyándonos, para más argumentos, en que vivía en esa plaza, en el número ocho, en una casa de la que acababa de salir hacía unos minutos enfundado en su abrigo, con una bufanda al cuello y supuesta cara de no haber dormido. La gente no le miraba -en Madrid la gente es una masa compuesta por todos los demás menos tú-, pero si alguien le hubiese mirado a los ojos hubiese descubierto una lágrima -o quien sabe si sólo un reflejo- que corría por su mejilla.

A.- No era una lágrima sino una gota de lluvia que había caído con afortunada precisión en su cara.

B.- Era una lágrima, sin más.

C.- Era una desertora de un llanto contenido.

Cambió el rumbo. Cierto que en los últimos diez minutos no había tenido rumbo, en el estricto sentido de ir a algún sitio ya que no había parado de dar vueltas al mercado. Cambió el rumbo. Y cogió calle abajo por Mayor con paso decidido, enfundado en su abrigo, enlazado en su bufanda y humedecido por una pequeña lágrima que recorría lentamente su mejilla.

Torció inesperadamente y entró en un café con un rótulo de imitación medieval y pidió un café con leche. Humeaba detrás de la barra.

A.- Necesitaba entrar en calor y eligió el primer sitio abierto para tomar algo reconfortante.

B.- Necesitaba tiempo; tiempo para pensar, tiempo para decidir, tiempo para hacer lo que tenía que hacer.

C.- Esta escena es supérflua y es puro recurso narrativo para retardar el clímax.

Bebió un sorbo y la espuma del café tocó su nariz. Sólo un poco; lo suficiente para dibujar un pequeño copo entre ambos orificios nasales. Salió del bar aparentemente -aunque fácilmente reconocible el cartón piedra-medieval. Y siguió avanzando por la calle abrochándose los últimos botones de su abrigo gris, retorciendo su bufanda como una serpiente a punto de asfixiar a su presa, con una lágrima ya absorvida por su piel a la altura de la mejilla y un copo de nieve -que era de café- en la punta de la nariz. Avanzó durante diez minutos -sin más interés narrativo salvo que hacía pequeñas paradas irregulares, como para pensar, o repensar, o dejar de pensar- hasta llegar al Viaducto. El Viaducto de Segovia era un clásico para los suicidas en Madrid. Cosntruído a principios de siglo, de estilo racionalista, en hormigón armado pulido, salva un desnivel de más de veinte metros sobre la calle Segovia. Bajo la gran bóveda el tráfico inundaba de un ronco murmullo la estructura. Un aire frío le cortaba la piel. Se acercó a la barandilla central, levantó la vista hacia la Casa de campo y pensó -sólo pensó, pero sintió como el eco de sus palabras atravesaban el horizonte-. C’est fini. De repente, como un globo que acaba de perder un nudo, rompió a llorar. Las lágrimas comenzaron a brotar de ambos ojos, corriendo por ambas mejillas y acumulándose en las comisuras de los labios.

A.- Lloraba porque su gato Mike -para él era algo más que ese puto bicho peludo- acababa de morir esa misma mañana.

B.- Lloraba porque su novia la noche de antes le había contado toda la verdad. Y toda la verdad era algo muy doloroso.

C.- Lloraba porque llevaba más de sos meses dando vueltas por la vida sin saber qué hacer o por dónde reconducirla  después de acabar con los dieciocho meses de paro que le habían mantenido en un estado casi de letargo existencial sólo roto por las visitas al psicólogo de la Seguridad Social que su médico de cabecera le había recomendado.

D.- Lloraba porque era un flojo -siempre había sido un flojo y su padre nunca se cansó de repetírselo hasta su muerte- y no sabía enfrentarse a los problemas.

E.- Todas las respuestas son correctas.

Se secó los mocos con una esquina de la bufanda y comenzó a escalar la baranda de granito resistiendo el azote de un viento que soplaba fuerte de Oeste. Un corro de personas giraron la cabeza al mismo tiempo, nadie se movió, todos hicieron gestos distintos que reflejaban la misma sorpresa. Una señora desde un balcón en la calle contraria no hizo ningún gesto de sorpresa: estaba acostumbrada a una escena similar cada mes. Una madre tapó los ojos a una niña de su mano que miraba hacia otro sitio.

Parecía una escultura en uno de los pilares de granito. El abrigo desabrochado le confería un aspecto de superhéroe de película dejándose mecer por el viento. La bufanda, con una esquina empapada en moco, se aflojó y cayó realizando piruetas sobre los coches que cruzaban 23 metros más abajo. Un copo de nieve -que era de café- en la punta de su nariz.

A.- F.H.G. se dejará caer.

B.- F.H.G. recapacitará, verá las cosas más claras y volverá a bajar, habiendo perdido tan sólo una bufanda.

C.- Alguien le convencerá, o le salvará, o le rescatará, impidiendo que se tire hasta un mes después en que volverá a intentarlo con más éxito.

D.- ¿Quién soy yo para decidir sobre la vida de F.H.G.?

Published in: on diciembre 5, 2008 at 3:10 pm  Comments (4)  
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Freno

4 de noviembre 2008

En el último momento pudo pisar el freno. Fueron unas décimas de segundo, tal vez menos, pero en esa rara sensación de poder ver pasar la vida entera en los momentos anteriores a la muerte, le dió tiempo para pensar en lo que estaba a punto de hacer, a barajar las distintas opciones que se presentaban ante él, las consecuencias de cada una de ellas, su vida o su muerte en cada una de ellas. Pensó en asumirlo todo, aceptar que había sido un error, pero que no merecía la muerte. Con el tiempo lo superaría; no sería fácil, pero era una cuestión de tiempo, y de superar los primeros momentos. Analizó la opción de seguir como hasta ese momento, haciendo como que nada había ocurrido, engañándose a él y a todos. Hacer como que no pasaba nada era la opción más fácil y menos dolorosa en el corto plazo, pero no podía seguir viviendo en aquella mentira, levantarse cada mañana pensando en disfrazar su vida con algo que no era. Y pensó en la tercera de las opciones, sin duda la más drástica. Y no era porque le asustase el momento, ni el dolor, ni le faltase valentía. No creía que hubiera nada más allá, por lo que tampoco sentía miedo a lo que podía encontrarse. Lo que le obsesionaba era errar, no llegar, fallar y no completar el plan; era una opción no válida, que combinaba casi todo lo peor de las anteriores.

Lo había analizado fríamente, o al menos, con la frialdad que podía tomarse las cosas en su situación. Sin duda no era objetivo, pero tampoco pensaba que la decisión necesitase más meditación ni más análisis. Por eso, cando toda la vida le pasó por delante, como suelen decir los que han vivido una experiencia similar, a cámara rapida y volvieron a planteársele las tres opciones le pareció que ya no había nada más que hablar.

En el último momento pudo pisar el freno. Pero no lo hizo.

Despedida

5 de octubre 2008

Saltaba, veinticuatro pisos, 254 metros en vertical, sin protecciones horizontales, tres metros y medio de fría acera, una fila de árboles, falso plátano de ciudad y cuatro calles de coches, ambas direcciones al frente. Tardaría menos de cinco segundos en acabar convertida en una ficha policial con código 10-56. Al legar al piso 17 algo voló de su bolsillo; la carta que llevaba escribiendo desde hacía dos semanas explicando os motivos, reflexiones y despedidas ante aquel salto. 

Ingrávida por la compensación de fuerzas de la caída creyó que podría alargar la mano y sujetarla, pero le faltaron unos segundos. La carta eligió otro camino y descansa ahora en la rama de un platanero, quince metros por encima de las cabezas de un grupo de transeuntes parados en la acera, en torno a algo, o alguien que acaba de tirarse desde el piso veinticuatro.

Tendedero

1 de octubre 2008

La ropa se mece ligeramente sobre la cuerda. Quince pinzas, de distintos colores. Dos camisas bailan como queriendo tocar el suelo, diez metros más abajo. La noche es fría; o tal vez no fría, pero menos cálida que las anteriores. Una pequeña brisa. El cielo es una especie de leche espesa que impedía el más mínimo dibujo.

Una estrella cae por el este justo por donde al día siguiente aparecerán los primeros rayos apuntando hacia el ocaso.

La ropa se mece suavemente, como dejándose llevar por una música antigua y dulce. Una pinza se suelta de repente y un calcetín se deja arrastrar al vacío. Estrellados, pinza y calcetín,  diez metros más abajo.

Y el viento silba sobre la cuerda.

Foster Wallace

21 de septiembre 2008

Lo mejor estaba por llegar. Pero había decidido marcharse. Good bye David. See you.

Amaneció

20 de julio 2008

Amaneció tirado en el suelo. Abrió los ojos y el brillo de mediodía le dañó los ojos. Se sentía confuso y no pudo reparar hasta pasados unos segundos que era el teléfono lo que le había despertado. Dejó de sonar y empezó a ser consciente de lo que hacía allí. Tres cajas de Sinogan 25 en el suelo, todos los blister abiertos y una botella de Johny Walker a medias. El teléfono comenzó a sonar de nuevo. Intentó incorporarse, pero le dolía todo el cuerpo. Un olor ácido a vómito derramado por la camisa le revolvió de repente las entrañas. Riiiing, riiiing.

Alargó el brazo y desgarró el teléfono de la base- ¿Si?

– Hola, Miguel?; soy Rosa de la ofi. ¿Estás bien? Como no llegabas me preguntaba si no estarías indispuesto o qué. ¿Te acuerdas que hoy teníamos la reunión con los de la agencia? -no daba oportunidad para la respuesta.

– Sí, ya, Rosa. Lo sé. Me siento algo mal esta mañana. Dile a Juan que tal vez hoy no llegue, que mañana regreso.

– Ok, ¿necesitas algo? En serio, dime si quieres,…

– No Rosa, gracias. Estoy bien. Tan sólo me levanté un poco cansado. Anula las reuniones de hoy para mañana.

Nada más cortar el teléfono no pudo contener un lloro amargo. Como de otra vida.

Things happen

12 de julio 2008

Nadie pudo explicarse por qué lo hizo. Justo en ese momento después de todo lo que tuvo que haber pasado. Acababa de poner su vida en orden, aparentemente. Reconocía que mantenía un hijo desde hacía más de quince años, desde aquel viaje a Perú, que se había casado tres veces, divorciado dos. Había superado lo del alcohol, no sin esfuerzo. Aacababa de dejar su trabajo en la agencia, de sol a sol, para abrir una floristería en una calle cercana a la plaza. No pedía mucho a la vida. Quería ser feliz y compartirlo con todos. Comenzar una vida nueva. Acababa de cumplir los cincuenta y se encontraba mejor que nunca y con la madurez como para afrentarse a sus antiguos miedos y fantasmas. Parecía libre y feliz.

Por eso nadie entendió aquello: la encontraron con la cabeza partida en dos a los pies de aquel acantilado. Después de una semana desaparecida. Nadie supo, sin embargo, que sólo buscaba unos lys salvajes antes de resbalar.

Published in: on julio 13, 2008 at 9:33 am  Comments (4)  
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Tiempo 3. un minuto

1 de julio 2008

Sólo fue un minuto. Lo que tardó en llegar hasta el lugar donde ella se había precipitado desde la primera cubierta de aquella embarcación por el amazonas. Todo había ocurrido tan sólo un minuto antes, en aquella noche tibia y despejada subiendo el Amazonas. Hubo quien dijo que fue un accidente y quien busco un suicidio en aquella romántica forma de acabar con su vida. Justo en el punto del «encontro das aguas», el lugar donde se juntaban, sin mezclarse durante varios kilómetros las aguas del rio Negro y el Solimones. Nadie supo nunca la causa por la que ua joven de apenas veinte años se arrojaba a aquellas aguas chocolate en su primera noche de bodas. Ni sus padres, ni familiares, ni amigos. Ni siquiera el joven marido, que dormía apaciblemente en el camarote especial que la agencia les había reservado. Nadie, excepto él, que corrió en su búsqueda apenas un minuto después de que ella saltase de la cubierta del Mango Manaus.                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                        .

Seaheaven

18 de mayo 2008

Si, ya se que no es una idea muy original y que hay mucha gente que lo ha pensado algua vez: creo que vivo dentro de una peli. Pero es que yo estoy seguro. Paseo por la calle y de vez en cuando veo el cartón de los decorados y cómo la gente interpreta sus papeles sólo delante de mi. El otro día me dí una vuelta rápido para ver lo que ocurría a mis espaldas -lo hago bastante- y les pillé: allí estaban aquellas dos chicas paradas justo después de haberse cruzado conmigo un instante antes en bicicleta. Y las sorprendía paradas  a tan solo cinco metros observando cómo yo seguía con mi paso, y esperando, tal vez,  nuevas indicaciones para actuar. Otras veces me doy cuenta -cuando sabes el engaño no es difícil- que mucha de la gente con la que me cruzo es repetida, vamos que primero veo a un señor de bigote en la pescadería y luego me lo encuentro en el bar de un poco más arriba tomando un café. Al mismo. Algunas veces le quitan el bigote y le ponen gafas.

Y la verdad es que me gustaría conocer al director de todo esto, porque no se que esperan de mi. Llevo una vida más bien mediocre, no tengo trabajo y mi novia me abandonó hace unos meses. Mi casa es una mierda, pequeña, sin luz, sucia y salvo pasear de arriba a abajo, sin mucha lógica, poco más hago en el día. Vamos, que si yo fuera el espectador de mi vida cambiaría rápido de canal.

Por eso ayer pensé en suicidarme, pero en el último momento tiré las pastillas por el váter; no se, me da palo dejar a tanta gente en el paro.

Final Shakespeariano

21 de abril 2008

Huía de la Alemania nazi. Se dirigía a Lisboa para desde allí tomar viaje hasta el refugio americano. Unos kilómetros antes de la frontera franco-española los gendarmes le pararon por un defecto formal con la documentación. No lo pudo soportar más; estaba cansado, tremendamente cansado de huir. Toda la vida. No tuvo más fuerzas. Esa noche abrió el cianuro y abandonó la lucha.

A la mañana siguiente, en la frontera llegaba el pasaporte. Todo en regla.

Published in: on abril 22, 2008 at 12:00 am  Comments (2)  
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