16 de julio 2008
La cabeza del pelotón volvía a perder distancia. Como una cinta elástica, la serpiente multicolor, como gustaba llamarla al comentarist, se alargaba y encogía a ratos. Estaba siendo, sin duda, una etapa más bien monótona, sin ningún momento en el que la emoción vibrase, ninguna escapada, ningún puerto de especial dureza.
Miguel Sánchez Bermejo era el único espectador que quedaba despierto a esa hora, las cuatro diecisiete de un veintitantos de julio. Todos habían ido cayendo, uno tras otro, en el salón de sus casas bajo un calor que en aquellas alturas del año invitaban al siesteo. Don Miguel cabeceaba, con los restos del café sólo todavía sobre la mesa. Llevaba veinte minutos, desde que empezara la carrera, en un tira y afloja con el sueño. En el kilómetro cuarenta y tres doscientos, definitivamente, se dejó abrazar por Morfeo.
El comentarista de la carrera comenzó a bajar el tono de la narración. Pausadamente. Parecía como si el mundo se hubiera ralentizado y todo hubiera perdido el fuelle. «El perro de San Roque no tiene rabo porque Ramón Ramíres se lo ha cortado». Siempre utilizaba aquella estúpida frase para cerciorarse de que ya nadie estaba despierto.
– Chicos, ya cayó. Descanso de quince minutos. -se le oyó decir en mitad del relato de la carrera.
En la pantalla los corredores iban apartándose en los arcenes de la carretera. Las moto y coches de apoyo también echaban el freno y sus ocupantes salían a estirar las piernas. De los maleteros iban sacando toallas que desplegaban a la sombra. Unos dormían, otros continuaban la partida de cartas interrumpida la jornada anterior. Los menos echaban un trago o un pis tras los arbustos. La pesadez de la siesta veraniega se derramaba con toda su intensidad, como cada tarde en el tour.
Fueron apenas quince minutos. Hasta que en otro punto de la geografía se despertón un telespectador. Julián Moreno Pérez despertaba de un letargo de media hora en el apartamento de la playa.
– Despiertan por Alicante. Todos a sus puestos; cinco y entramos -narraba con tono de megafonía de grandes almacenes el mismo locutor. La pantalla cambiaba por unos segundos a fotofija con subtítulos: Está usted viendo la decimotercera etapa del tour de Francia 2008. Al volver a la cámara de la moto 1 los corredores seguían avanzando impasibles la marcha.
-Kilómetro cuarenta y tres y medio y el pelotón avanza homogéneo – se escuchaba al locutor, con aire adormecido, continuar su relato.
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