24 de diciembre 2008
La lengua, adormecida a causa de los últimos excesos retrocedía como dejándose llevar al fondo del abismo. El geniogloso, estiogloso, hiogloso, palatoglosoy demás músculos del órgano móvil se dejaban vencer como un animal moribundo, sin poder evitar que fuese cayendo en una especie de bolo homogéneo y húmedo por la faringe. Viajaba lentamente a través del esófago, rítmicamente masajeada. En el estómago, los jugos gástricos, ricos en ácido clorhídrico y enzimas, empezaban a preparar el recibimiento de un nuevo bocado.
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