7 de julio 2008
Siempre me intrigaron aquellos carteles de cerrados por vacaciones que ponáin en la drogería o la zapatería del barrio. Era como una ostentación de prosperidad y derroche para el resto de los vecinos. Antonia, la pescadera siempre apuntillaba: cerrado por vacaciones, del 1 al 31, en Torrevieja, que nos lo merecemos. O Luis, de la pollería de la esquina de Madera terminaba con Volvemos el 15, esperamos. Yo siempre agradecí el exceso de información a encontrarme el establecimento cerrado, sin más, sin saber que la charcutera no abría ese día porque estaba enferma de anginas, se había muerto una tía política o había rehecho su vida con un granjero texano.
Bueno, que eso, que es mejor contarlo, porque la gente al menos sabe a qué atenerse y apañarse a comprar el choped durante unos días en la charcu del supermercado, en esos blister de plástico que tanto cuestan abrirlos. Otra cosa luego es la fidelidad de la gente; te vas unos días y quién te dice que tu clientela te seguirá siendo fiel y que volverán a tu puerta cuando vuelvas al cabo de 30 días playeros de estío.
Pues nada, que yo aviso, porngo el cartel y me arriesgo. No dejaré de escribir que me llevo la moleskine que funciona sin batería, que el portátil descansará de mi también unos días. Espero seguir llevando al menos una al día. De poder, que es malo atarse con promesas en vcaciones, lo iré subiendo, que si no a la vuelta. Me marcho, para los curiosos a las playas cálidas y buenrrollito de Zahora. Hasta la vuelta, 30 de julio, pongo el letrero: cerrado por vacaciones. Que también, como la pescadera, me lo merezco.