13 de marzo 2009
Erase una vez tres cerditos, el mayor, el mediano y el menor, cualidad púramente ficticia ésta porque habían nacido en la misma camada de una gran cerca rosada. Cada día la escena se repetía con la llegada del malvado y fiero lobo -que hacía horas extras por las noches de los días pares en un tugurio sirviendo copas. Los tres huían, siempre en el mismo orden, de la casa de paja a la de maderas y de ésta a la de ladrillo. Inexorablemente se repetía la escena una y mil veces, cada vez que un cuento era contado para un niño en algún lugar.
Hartos de tan monótona cotidianeidad, y de inacabables traveling por un decorado de cartón-piedra, decidieron dar un rumbo a sus vidas. Hay quien dice que los ha visto, formando escalera de mayor a menor, en la barra del Museo del Jamón.