31 de enero 2009
No sabía qué más contarle a su psicólogo para mantener aquellos encuentros, dos por semana, a su consulta. Inventaba nuevos acontecimientos, alargaba tramas y simulaba recesiones en los avances.
Podía haberle contado la verdad, que se había enamorado perdidamente de su psicoanalista. Pero tenía miedo de curarse.