26 de septiembre 2008
Quería contar lo que sentía pero se le habían agotado las palabras. Los excesos cometidos se las fueron comiendo, las falsas promesas, los vacíos halagos, las poesías sin ala, habían ido borrando una a una, palabra a palabra su diccionario. La pluma enmudeció por desgaste. Y decidió callar, para ver si recuperaba alguna. Después de tantos excesos se vió obligado a mantener silencio.
Pasaron los años y se quedó sin saber qué decir.