Problema normal

16 de septiembre 2008

Tengo un problema. Bueno, la verdad es que no se si es un problema o no, o simplemente una incomodidad, o una molestia, o ni siquiera eso. Lo cierto es que yo ya me acostumbé a vivir con ello. Soy un tío normal. Sí, ya se que esto a muchos puede no parecerle un problema pero yo es que soy muy normal. No es decir, yo soy normal, ni alto ni bajo ni gordo ni flaco ni feo ni guapo, es que soy un nosoy. O, mejor dicho, un soy como cualquier otro.

Normalmente paso desapercibido siempre. Nadie me ace mucho caso porque no teng, la verda, nunca mucho que contar. Noto que cuando cuento lo que hice ese día, dónde me marché de vacaciones o cómo me va la vida, a la gente le aburre. No lo dicen pero noto como empiezan a abrir la boca en un largo bostezo cotenido, y que desconectan. Y se que piensa: Y a mí qué, y qué me importa lo que me está contando este capullo, o cuándo va a terminar.

Y si, es verdad, nunca encuentro algo interesante que contar. Mis días, mi vida, mi existencia transcurren con una normalidad pasmosa, sin sobresaltos, sin nada excepcional días iguales unos a otros.

Alguna vez la gente me confunden con otro. A tí te he visto antes, verdad? Yo se que no que seguro me están confundiendo con un cualquiera, con un otro cualquiera con una vida tan normal y mediocre como la mía. Con un algo dentro de una masa informe de gente que rellena el mundo, como arezzo barato en una obra de teatro. Gente que estamos para hacer bulto existencial, para que tal vez, se note y destaque más la existencia de la gente no normal.

Me voy acostumbrando a vivir así. En esta no vida que tiene más de rutina y repetición que de aventura como rezan los manuales de autoayuda.

Bueno, la verdad es que no se or qué te estoy contando este rollo. Posiblemente ya estés bostezando y pensando que esto ya te lo han cotado antes. Yo no fui seguro que fue otro tío normal como yo.

Amaneció

20 de julio 2008

Amaneció tirado en el suelo. Abrió los ojos y el brillo de mediodía le dañó los ojos. Se sentía confuso y no pudo reparar hasta pasados unos segundos que era el teléfono lo que le había despertado. Dejó de sonar y empezó a ser consciente de lo que hacía allí. Tres cajas de Sinogan 25 en el suelo, todos los blister abiertos y una botella de Johny Walker a medias. El teléfono comenzó a sonar de nuevo. Intentó incorporarse, pero le dolía todo el cuerpo. Un olor ácido a vómito derramado por la camisa le revolvió de repente las entrañas. Riiiing, riiiing.

Alargó el brazo y desgarró el teléfono de la base- ¿Si?

– Hola, Miguel?; soy Rosa de la ofi. ¿Estás bien? Como no llegabas me preguntaba si no estarías indispuesto o qué. ¿Te acuerdas que hoy teníamos la reunión con los de la agencia? -no daba oportunidad para la respuesta.

– Sí, ya, Rosa. Lo sé. Me siento algo mal esta mañana. Dile a Juan que tal vez hoy no llegue, que mañana regreso.

– Ok, ¿necesitas algo? En serio, dime si quieres,…

– No Rosa, gracias. Estoy bien. Tan sólo me levanté un poco cansado. Anula las reuniones de hoy para mañana.

Nada más cortar el teléfono no pudo contener un lloro amargo. Como de otra vida.