12 de mayo 2008
Llevaba un sapo en el bolso. Puede parecer extraño pero ella llevaba desde hacía meses un sapo verde en su bolso. Y él había aprendido a vivir en tan extraño entorno -un bolso de piel marrón con infinidad de bolsillos interiores- como se acostumbran los peces a las peceras de cristal o los canarios a esas jaulas de palitos metálicos. Ella también se acostumbró a llevar el bicho -no tenía nombre- colgado en el hombro donde fuera que fuese, como quien lleva al perro con una correa de paseo.
El otro día, paseando por Sol, le dieron un tirón y se lo robaron.