27 de junio 2008
Sabía que aquella luz escondía algo: toda la noche alumbrando una habitación en la casa de enfrente era ssopechoso. Hacía poco más de un mes que la vió por primera vez al levantarse a medianoche a beber agua. Una luz encendida a estas horas ¿quíén andará despierto? Empezó a darle vueltas a la cabeza después de una semana. Sin descanso, noche tras noche. Estaba completamente segura que algo debía ocurrir tras aquella ventana tamizada por unas ligeras cortinas blancas.
A las dos semanas estuvo por acercarse hasta la casa y llamar al telefonillo para saber a ciencia cierta la razón de aquella luz, pero en el último momento se echó atrás. Pensarían que estoy loca, que qué me importa a mi una luz encendida en la noche. O peor aun. Le preocupaba que en aquella casa vivieran los integrantes de una peligrosa mafia que se reunía sólo al esconderse el sol y hubieran ya puesto el ojo encima a la loca que cada noche se asomaba al patio ya no apartaba la vsita de su ventana. Sin duda no podía darles ni un solo motivo más para que supieran que era ella.
Pero aquella noche no lo pudo soportar más: llamó a la policia para contárselo. No sabía muy bien explicar si era un burdel, una casa ilegal de juego o si encerraba perversiones aún más detestables.
Veo que algo raro está ocurriendo -pudo sólo decir al agente antes de colgar, tras dejar la dirección exacta de la casa del vecino.
Cuando llegó la policía municipal la pequeña Gabriela dormía tranquilamete,como cada noche con las luces encendida en su cuarto. Ella también veía fantasmas.