6 de ferero 2009
– Pues si, escribo microrrelatos.
– Una buena forma de matar el tiempo -me dijo.
Me quedé sin palabras, con la cara de un asesino sin coartada, dándole vueltas a la frase.
6 de ferero 2009
– Pues si, escribo microrrelatos.
– Una buena forma de matar el tiempo -me dijo.
Me quedé sin palabras, con la cara de un asesino sin coartada, dándole vueltas a la frase.
2 de abril 2008
Entraría a oscuras. Tendría que ensayar varias noches, sin encender las luces ni levantar sospecha, y recorrería el largo pasillo que separaba la entrada principal de los dormitorios. Esa noche volvería tarde, pasadas las doce para asegurarse que ella estuviera profundamente dormida. Dejaría las zapatillas de tenis en el coche para cambiarse antes de entrar. Tal vez tambié en el Volvo comprado hacía menos de un año dejase la nota que habría de encontrar la policía al día siguiente.Esa era la parte que más le había costado asumir. Cómo reconocer las causas. Aunque fuesen sus últimas palabras y él ya no viviese par anfrentarse a la vergüneza del vecindario y demás amigos, eso de reconocer unos cuernos no era un bocado dulce. Y menos cuando se producía con uno de los mejores amigos de la familia, compañero de universidad y por lo visto mejor amigo de su mujer. No quería reconocer su error, ni culparla a ella. Del amigo mejor obviarlo, bastante tendría que sufrir después. Premeditado como una fría venganza.
No podía fallar en ninguno de los detalles, no había vuelta una vez empezado. Y no podía alarmarla ni dejar ningua pista antes de aquella noche. Una vez en el dormitorio se acercaría con especial cuidado hasta la cama donde ella estaría dormida, como siempre después de haberse tomado sus pastillas. La culpa es lo que no le deja dormir pensaba. En cuanto al arma también fue otro de los temas a los que había dedicado más tiempo. Algo silencioso y lipio había sido su decisión final. Nada sangrinto ni que dejase mucha huela. Algo, sin duda que también sirviera para quitarse él también la vida instantes después. Un arma de fuego sin duda lo más efectivo, pero costaba hacerse con una que no fuese para cacería y el sólo pensmiento con ésta le revolvía el estómago. Envenenamiento, sin duda, la más limpia, pero su falta de experiencia le hacía dudar de si también era la menos efectiva. De ninguna forma quería errar.
Buenas noches mi amor -dijo ella.
Buenas noches mi cielo, no quería despertarte -dijo él.