29 de noviembre de 2008
Recibió 347.540 euros por error. No podía ser otra cosa. El saldo de su libreta de ahorro nunca había tenido tantos digitos. Pensó que en cualquier momento el banco se daría cuenta y sustraería el dinero de su cuenta. Pero no ocurrió. Cada jueves acualizaba su libreta en una de las máquinas automáticas que había en la sucursal frente al mercado. Pero ahí seguían. Su imaginación empezó a dar vueltas sobre lo que podría complementar ese dinero su mísera pensión de viuda; nada grande, tal vez un buen regalo para los nietos, acabar con la hipoteca de su hijo el menor, o, incluso, un viaje a Murcia a visitar a su hermana; a la playa. No contaba nada a nadie. Pasaron los meses y cada jueves esperaba ansiosa que esa cifra, que había empezado a obsesionarle, hubiera desaparecido, dejando su libreta con su habitual saldo de tres cifras. Pero no ocurría y el dinero seguía estando allí. Y empezó a generar intereses; el banco le enviaba el estracto a casas con los intereses que generaba su espontánea fortuna.
No podía más. Una mañana se despertó temprano. Esperó en la puerta de la sucursal a que llegase el director y devolvió el dinero. Recuperó la tranquilidad, sus ruinas y una cubertería de 113 piezas.
La conciencia es así, mejor pobre y libre es mi lema. Y es que las buenas personas siempre lo seremos, pese a que encontremos un dineral… (ojo, que a mí me ha pasado)
Te felicito.