1 de octubre 2008
La ropa se mece ligeramente sobre la cuerda. Quince pinzas, de distintos colores. Dos camisas bailan como queriendo tocar el suelo, diez metros más abajo. La noche es fría; o tal vez no fría, pero menos cálida que las anteriores. Una pequeña brisa. El cielo es una especie de leche espesa que impedía el más mínimo dibujo.
Una estrella cae por el este justo por donde al día siguiente aparecerán los primeros rayos apuntando hacia el ocaso.
La ropa se mece suavemente, como dejándose llevar por una música antigua y dulce. Una pinza se suelta de repente y un calcetín se deja arrastrar al vacío. Estrellados, pinza y calcetín, diez metros más abajo.
Y el viento silba sobre la cuerda.
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