22 de septiembre 2008
A él le faltaba muy poco para ser feliz, para completar una vida plena. Un buen trabajo, familia, amigos. Una casa con jardín , buen coche, reconocimiento profesional. Pero tenía una obsesión: completar su vida ideal. Y la verdad es que se sentía a punto de lograrlo, aunque ese no llegar no le dejaba disfrutar de lo que ya tenía.
Ella estaba a punto de tocar fondo. Todo se había ido desmoronando en los últimos años. Un despido injustificado tras una tortuosa relación con su jefe, un descalabro económico que le obligo a vender su casa y vivir de alquiler, la muerte de su único hijo en un tonto accidente de fin de semana. Vivía sóla, pero intentaba agarrarse a las pequeñas cosas que seguían dándole felicidad.
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