31 de julio 2008
Harry atraviesa la calle hacia donde se encuentra el cuerpo abatido del francotirador. Mastica chicle. Tranquilo. La sombra de su revolver se dibuja junto a la escopeta del asesino en la acera. Lentamente la sube y le apunta a la cabeza.
– Sé lo que estás pensando. Si disparé las seis balas o sólo cinco. La verdad es que con todo este ajetreo yo también he perdido la cuenta, pero siendo éste un Magnum 44, el mejor revólver del mundo, capaz de volarte los sesos de un tiro ¿no crees que deberías pensar que eres afortunado? ¿Verdad que si Vago?
La sombra del revólver y la mano del negro intentando acercarse a la escopeta, se dibujan en la acera, mientras el negro cañón apuntaba certero a su cabeza.
De repente, el sucio policía recoge la escopeta, baja su arma y se daba media vuelta.
– Eh!, Necesito saberlo. -desde el suelo le grita el francotirador abatido.
El poli se da la vuelta, le apunta de nuevo con la Magnum y dispara.
Clink. Sonrisa burlona.
Una sirena de policía sonando al fondo. El chorro de la boca de riego cierra la imagen de una calle de San Francisco.
Podía verla cientos de veces, la misma escena. Rebobinaba y volvía al momento en el que Eastwood volvía a cruzar la calle. Minuto y medio glorioso. No se cansaba de verlo.
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