21 de julio 2008
No veía pasar las horas para irse a dormir. Con el sol todavía firltrándose por las persianas se metía en la cama. Y soñaba.
Soñaba cuando era feliz. Cuando ella todavía seguía con eĺ. Cuando se amaban. Cuando para él existía una razón por la que vivir, por la que levantarse cada mañana, por la que respirar el aire. Soñaba, que no habían pasado esos cuatro meses, desde que ella le dejó una buena mañana. Aquella fatal mañana en la que encontró al despertarse, junto a la tostadora una pequeña nota: Que seas feliz, yo lo soy. Adiós.
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