Mal hombre

19 de julio de 2008

Comenzaba dejando la mente en blanco; o mejor dicho, intentando dejar la mente en blanco. Su cabeza estaba llena de un muchas cosas en las que no le apetecía pensar. Respiraba profundamente, intentando notar la entrada de aire en sus pulmones, manteniendolo un par de segundos y soltánsolo despacio por la nariz. Era la única forma para desprenderse del mundo. Poco a poco iba notando, después de cada respiración, que el mundo se alejaba. Cada vez escuchaba el ruido de la calle más lejano, como en un sueño. Entonces, empezaba a blanquearse la mente. Costaba no dejarse atrapar por alguno de sus recuerdos. Las imágenes podían irrumpir en cualquier momento y romper todo el trabajo hecho. No había que pensar en nada, o, al contrario, pensar en una sóla cosa y no salir de allí.

Él prefería la primera de las opciones: dejar que el blanco absoluto se apoderara de su mente. No había otra forma. Sin ese ejercicio que le llevaba unos cuarenta minutos cada noche podía conciliar el sueño. Sino las imágenes abarrotaban su cabeza. La inundaban. La martilleaban. No le dejaban dormir. Imágenes desgarradoras de muerte, sangre y sufrimiento; legado de atroces guerras. Esa había sido su penitencia. Imágenes que le atormentaban y que gritaban dentro de su cabeza que él había sido un Mal Hombre.

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