2 de julio 2008
Estaba loco por Diana y quería sorprenderla. Preparó hasta el último detalle: se puso aquella camisa de seda que a ella tanto le gustaba, colocó velas por cada rincón de la casa, bajó las luces y abrió el mejor de sus viños. Diana llegaría en apenas una hora. De repente llamaron a la puerta. Al principio le contrarió aquel imprevisto en medio de una velada en la que había cuidado cada movimiento, pero abrió la puerta. En vaqueros y camiseta su vecina Lucía. ¿Tienes canela? -preguntó- Estoy preparando arroz con leche.
No pudo resistirse y la invitó a cenar.
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