23 de junio 2008
Veía llover sobre los cristales de la ventana. La única ventana en su apartamento de Franklin Street. Llovía a mares. Buscó una toalla para ponerla bajo el marco de la ventana. El granizo golpeaba contra el cristal y en agua empezaba a calar. A través de la lluvia el semáforo con la Sexta cambiaba rítmicamente rojo, naranja, verde. Coches, que paraban conteniendo el rugido de sus motores, bajo un gran cartel que tapaba una mediana en el viejo barrio. «Fruits now comes with attitude». Rojo, naranja, verde. Rojo, naranja y verde. En intermitencias sobre su cara, que ahora se reflejaba en la ventana como en un espejo. Por primera vez tuvo constancia de las arrugas de su cara.
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