16 de mayo 2008
Intentaba repetir mentalmente las cinco palabras del Simrad, los cinco nombres que no podían escribirse, que la protegían contra la negatividad. Su repetición constante formaba un escudo que protegía la mente de las impresiones negativas provenientes del ambiente y la purificarían . El alma comenzaba a despertar, había dicho el Maestro durante la conferencia de esa tarde sobre meditación en la luz y sonido interno en el hotel Suites Viena. Intentaba practicar las enseñanzas del maestro Pepe Albarracín, discípulo del gran Sant Baljit Singh, pero el ruido de la calle a esa hora le impedía concentrarse. Repetía una y otra vez las cinco palabras para alejar la negatividad, pero empezaba a enojarle el barullo de la calle y los contínuos tropiezos con la gente que subía por Fuencarral a toda prisa. Una y otra vez volvía a intentarlo, concentrándose en as enseñanzas que acababa de recibir, pero no lo conseguía.
Mejor, pensó, dejar la medtación para otro momento. Además, o se daba prisa o le cerraban ya el Woman Secret.
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