14 de mayo 2008
Llevaba más de dos semanas lloviendo en Madrid. Después de uno de los inviernos más secos que se recordaban, titulaban los periódicos, mayo no había parado de traer lluvia a la capital. En Nueva York una ola de calor mantenía en jaque a la población desacostumbrada a esas temperaturas en primavera.
Un mariposa aleteaba con una sonrisa pícara en Pekín.
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