Globos de colores

2 de mayo 2008

El cielo estaba cada vez más cargado de nubes, y eso no era buena señal. Tal vez otro día hubiera sido una bendición pero un cielo así no era muy bueno si uno quería dejarse llevar hasta las alturas atado a un millar de globos. Y ese era el plan. Adelir de Carli, cura, de 42 años, sabía que no había vuelta atrás. Tenía que hacerlo si quería ganar el record. Y no por pura vanidad ni por ser el cura más estrafalario del planeta, que en cierta forma lo era, sino porque quería sacar algo de dinero para montar un proyecto de ayuda a los camioneros que llegaban al estado de Paranagua. Toda su ilusión puesta en esa prueba para así hacer llegar, además, la voz de los más necesitados más allá de su aldea, de su estado, tal vez de su gran país.

Parecía una verbena aquella mañana la gran esplanada desde donde el cura iba a despegar. Miles de globos de colores iba engordando uno a uno formando un inmenso racimo que luchaba por partir. Las televisiones habían llegado desde distintas partes del país para ver su hazaña. Incluso había visto algún cámara extranjero.

Su principal enemigo esa mañana era el tiempo; no era el mejor pero había que lanzarse. Disponía de un pequeño sillón bajo los globos donde se encontraría atado en unos minutos. Unas barritas de cereales, algo de agua, y un Gps que nadie le había enseñado a utilizar. A las doce en punto del domingo, tras oficiar una pequeña misa en la que habló de los derechos de los camioneros de la zona y del proyecto ascendió arrastrado por los globos de colores. Mil. Llenos de helio. Conforme ascendía los globos se iban convirtiendo en pequeños puntitos rojos, azules o verdes sobre un cielo cada vez más gris, arrastrando a Adelir a las alturas.

Dos días después la noticia daba la vuelta al mundo: un cura brasileño perdido cuando intentaba alcanzar un record de vuelo atado a mil globos. Ni las fuerzas de seguridad de los estados vecinos ni los helicópteros del ejército pudieron encontrar rastro. Miles de plegarias por su aparición. Un grupo de globos desinflados flotaba en el océano a la deriva.

Cuatro dias prolongaron la búsqueda sin éxito. A esas horas él, Adelir de Carli, adalid de causas difíciles, defensor de camioneros, hombre valeinte, cura y piloto de globos, se encontraba discutiendo con su jefe. Mucho más arriba.

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