30 de abril 2008
Había reunido todos sus ahorros para comprar aquel trozo de terreno. Quería construir allí la casa de sus sueños: una casita de campo con un amplio huerto donde cultivar fresas, lechuga trocadero y rúcula salvaje. A las semanas decidió montar allí el hotel rural de sus sueños: un hotelito pequeño, donde poder descansar, contemplar el paisaje y disfrutar del aire fresco de la sierra. Luego pensó que debido a su gran afición lo apropiado era un viñedo experimental, con vinos de autor, donde experimentar con nuevas variedades y jugar a la alquimia de la uva hasta conseguir los mejores vinos del país. Pasaron pocos meses y le maravilló la idea de crear una comuna de gente como él: un lugar de retiro y soledad para un puñado de escogidos unidos por los mismos ideales. Los proyectos de huerto ecológico, huerto solar, picadero, reserva ecológica, plantación de abedules, camping y un largo etcétera se fueron encadenando uno tras tras otro en menos de un año.
Hoy he pasado cerca de allí y un cartel con grandes letras rojas anunciaba: En Venta.
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