6 de abril 2008
Por su cabeza había vuelto a rondar una idea que ya creía había enterrado. La adornaban aquellas praderas junto a su casa entre el lago Escutari y el valle del Drin. Se llamaba Marko, rondaba los cuarenta, era abogado, como su hermano, quien lo había traído a España después de lo del 99. Junto a él, también, acababa de montar una modesta peluquería de hombres, con los ahorros de unos años en la costrucción, en una calle de Carabanchel alto. Rasuraba cogotes, afilaba bigotes y despuntaba flequillos, mientras su cabeza ensoñaba viejos amigos a ritmo de una música de su niñez.
Tres días antes, habían anunciado la independencia de Kosovo, y una idea casi olvidada había vuelto a rondar por su cabeza.
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